"Quería huir, me daba miedo el arma". El drama del suicidio golpea a la Guardia Civil

Iniciado por Dikxon, Miércoles 14 de Febrero de 2018. 09:48 horas.

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Dikxon

"Quería huir, me daba miedo el arma". El drama del suicidio golpea a la Guardia Civil
Paco (nombre ficticio) se planteó suicidarse hace 10 meses. Es guardia civil de Tráfico y asegura que hacía siempre bien su trabajo. Sus jefes, sin embargo, le pedían que pusiera más multas. Él se negó. "Los que no pasábamos por ahí teníamos problemas; me valoraron negativamente 11 veces", recuerda el hombre, que también solía reivindicar mejoras laborales. "Crearon un formato de rendimiento para cuantificar la productividad de cada uno; yo solicité acceder a esos datos que ellos tomaban de mí, pero me lo denegaron, también la jueza en lo contencioso", cuenta.

"Todo esto me provocó una gran tensión; el jefe te aparta, te convierten en malo, no duermes", relata este guardia civil, que asegura estar a punto de volver al trabajo al tiempo que también admite cierto temor, dado que su superior volverá a ser el mismo que le valoró negativamente más de una decena de veces. Admite que se planteó tirarlo todo por tierra. "Tenía la autoestima muy baja y una sensación de querer desaparecer, de huir; me daba miedo el arma", recuerda con tristeza.

"Entonces tuve un momento de lucidez y llamé al teléfono", asegura en referencia al número que la Dirección General pone a disposición de todos los funcionarios. "Me trataron muy bien, me dijeron que me diera de baja, que en seis meses lo superaría; llevo 10 y estoy cerca de volver, porque estoy mucho mejor", afirma Paco, quien admite que en ocasiones piensa que hay quienes han estado en su situación y no han tenido ese momento de lucidez.

Entre estos últimos se encuentran los dos guardias civiles que se quitaron la vida la semana pasada. Uno de ellos en Tenerife. El otro, en Granada. Un tercero más lo intentó sin lograrlo. Apenas unos días antes, otro compañero sí concluyó su plan en Huesca. Los tres fallecidos en lo que va de año pasaron a engrosar la lista más trágica de la corporación, la de los funcionarios que deciden poner fin a su existencia, una relación que, lejos de reducirse, ha ido creciendo en los últimos años. En 2015, se suicidaron siete agentes; en 2016, nueve; y en 2017, nada menos que 17 miembros del instituto armado; siempre según los datos que extraoficialmente ha ido recabando la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que ha roto un histórico tabú haciendo de este problema una de sus puntas de lanza.

El Ministerio del Interior, en el marco de esa idea clásica de no hablar del asunto por miedo a que genere un efecto imitación, nunca ha ofrecido cifras 'motu proprio'. Tan solo tras una pregunta parlamentaria, a principios del año pasado, el Gobierno desveló que había habido 52 suicidios desde 2012 hasta finales de 2016. Estas cantidades —al margen de la mencionada tendencia negativa— están lejos de las que había hace 20 años, cuando fallecían por este motivo el triple de agentes que hoy, aunque no dejan de ser preocupantes, dado que siguen duplicando la tasa del resto de la sociedad.

Para tratar de atajar el problema, la Dirección General está elaborando un borrador de normativa que en teoría pretende aglutinar todos los aspectos que deben cuidarse con el fin de rebajar definitivamente estos terribles números. Ha puesto en marcha un grupo de trabajo en colaboración con las asociaciones profesionales que hoy mismo mantendrá su segunda reunión. Desde el ministerio, prefieren no hacer comentario alguno sobre hacia dónde apuntará esta nueva legislación. AUGC, por su parte, parece tener claro que no servirá de mucho dado el primer borrador elaborado por la Administración.

"Interior hace cambios para no cambiar nada; en lugar de afrontar el problema, abre un grupo de trabajo para ver qué hacer con los guardias civiles que están de baja psicológica; pero lo que a nosotros nos importa es que un guardia civil que tenga problemas personales disponga de herramientas adecuadas para que sea capaz de contarlos", explica el portavoz de la asociación, Juan Fernández, que no considera que esta nueva iniciativa vaya por la vía adecuada.

Tradicionalmente, Interior ha explicado las elevadas cifras de suicidios en la Guardia Civil asegurando que estas se deben a motivos personales ajenos al cuerpo, así como al fácil acceso a las armas. Así lo puso de manifiesto, por ejemplo, un comunicado emitido por la Dirección General en 2015. "Tras años de trabajo y estudio, las conclusiones fundamentales de la investigación realizada sobre las causas de los suicidios reflejan que un 90% de estos fueron por motivos claramente desvinculados de la actividad laboral y relacionados con el ámbito personal, sentimental y familiar; las condiciones laborales no tienen una relación directa con las conductas suicidas", expresó aquella nota.

El autor del libro '¿Todo por la patria? Cultura, clima laboral y conducta suicida en la Guardia Civil', Daniel J. López Vega, no es de la misma opinión. Asegura que la tasa de suicidios ha ido disminuyendo históricamente conforme los agentes han ido ganando en derechos laborales. De hecho, atribuye las elevadas cifras que aún persisten a las peculiaridades del trabajo de un agente del instituto armado. En concreto, López Vega destaca en su manual el estrés que tienen estos funcionarios durante su trabajo, que "está por encima de la media". A su juicio, "los aspectos más estresantes tienen que ver con las relaciones jerárquicas y con la cadena de mando (...), la falta de metas y la falta de comprensión de la misión" por parte del subordinado.

El autor considera que es un factor clave para entender la elevada tasa de suicidios la "perversión de la militarización". Considera que el concepto es bueno en sí mismo, pero que se torna perverso cuando se usa para "mantener los privilegios de la cúpula". "Cuando la jerarquía se convierte en un medio para mantener el 'statu quo', se abona un clima de injusticia que podría afectar aumentando el estrés y los trastornos psicológicos", defiende López Vega, quien también critica la "despersonalización" del funcionario que conlleva una visión del "guardia civil como máquina", donde no caben las emociones ni los pensamientos propios. "No expresar los sentimientos está detrás de muchos procesos psicopatológicos como la ansiedad y la depresión", apunta.

Hoy todavía sigue vigente la posibilidad de llamar a los funcionarios del instituto armado 'números'. Esta denominación, que la AUGC pretende eliminar, es según López Vega un rasgo más de esa "deshumanización" que sufren sobre todo los guardias civiles de base. Esta, afirma, "puede facilitar la aparición de otras conductas denigrantes y un peor clima de trabajo". Los agentes están expuestos a criterios arbitrarios y no tienen más remedio que obedecer, añade el autor del libro, que destaca que todos los guardias están sometidos a un estricto régimen disciplinario, el Código Penal Militar, en un contexto en el que tienen mermadas sus facultades para defender sus derechos.

El 'sabías donde te metías' ya no vale
En 2010, la mercantil más grande de la industria del ensamblaje de aparatos electrónicos, ubicada en Taipéi (China), sufrió una avalancha de suicidios de sus trabajadores que los propios dueños entendieron como una especie de protesta contra el régimen laboral imperante en el país. Ante la multitud de críticas, los responsables de la compañía añadieron cláusulas a los contratos de los empleados que exoneraban a la empresa de cualquier responsabilidad ante posibles demandas por los múltiples casos.

En 2005 se conoció una polémica carta que la Dirección General entregaba a los aspirantes a ingresar en la corporación antes de que estos hiciera la prueba psicotécnica. La misiva —que llevaba años dándose a los que se presentaban a los test, según explicó Interior a Ep— decía, a modo de aviso, que estar en el instituto armado implicaba tener menos derechos que el resto de ciudadanos y estar expuesto a sufrir "frustración, aburrimiento, conflictos y tensiones familiares y laborales, falta de ilusión, apatía". "No todo el mundo está preparado para adaptarse al estilo de vida que impone esta profesión", añadía el escrito, que fue retirado por el ministerio cuando se hizo público.

López Vega ofrece algunas soluciones. A su juicio, la Dirección General debería mejorar la conciliación de los agentes —tener en cuenta su vida familiar antes de decidir sobre sus turnos y sus destinos—, poner armeros —para evitar que las pistolas lleguen a casa—, hacer revisiones psicológicas periódicas, imponer la transparencia en las cifras de suicidios, implantar medios para prevenir el acoso, formar y sensibilizar a los compañeros para que puedan detectar los síntomas que tiene un funcionario con riesgo de quitarse la vida.

Actualmente, la Dirección General cuenta con un servicio de psicólogos teóricamente para atender estos problemas que pueden surgir en la cabeza de los funcionarios. Sin embargo, en la práctica, explican desde AUGC, la cosa no funciona. "El problema es que estos profesionales son jefes de los guardias y están sujetos a la cadena de mando", remarca Fernández. "La solución sería externalizar el servicio y aumentar el número de psicólogos; actualmente hay uno o ninguno por comandancia", explica el portavoz de la asociación, que subraya que hoy por hoy la iniciativa apenas se reduce a un teléfono para atender llamadas de agentes que están de baja. Este número salvó la vida de Paco. Quién sabe si otras iniciativas aún por implementar habrían impedido el suicidio de alguno de sus compañeros.

Fuente.-https://www.elconfidencial.com/espana/2018-02-13/suicidios-guardia-civil-drama_1520795/
Tened cuidado ahí fuera, os quiero a todos de vuelta...